Bienvenidos al blog

El transhumanismo es un movimiento intelectual y cultural internacional que propone y promueve el uso de las tecnologías emergentes para la manipulación y el mejoramiento de la condición humana, en aras de la superación de las limitaciones biológicas que nos restan libertad.

Chile posee, al igual que otros países de habla hispana, adherentes de este movimiento.

Déjanos tus consultas, comentarios o aportes en transhumanochileno@gmail.com. También puedes unirte al equipo. ¡Colabora con nosotros!



jueves, 31 de diciembre de 2009

Exploración espacial y transhumanismo (II): El factor UV.

Saludos transhumanistas. Ha pasado un buen tiempo desde la última entrada, pero hemos estado en marcha blanca y sin mucha concurrencia. Esperamos que pronto este proyecto se encienda y podamos forjar algún tipo de participación más masiva. Dicho esto proseguimos con el tema anterior, y es que en esta oportunidad comentaré lo útil que le sería al futuro explorador espacial tener una piel resistente a la tan temida radiación UV.

Mas, primero definamos algunos aspectos. Radiación es un término algo ambiguo que puede aplicarse a cualquier tipo de partículas que se irradian desde una fuente. Para el caso de la radiación UV es necesario aclarar de que las partículas irradiadas son fotones (que se crean en los procesos termonucleares del Sol, o surgen desde el plasma de los gases ionizados por las altas temperaturas del mismo), y que por tanto la UV es un tipo de radiación electromagnética. Por otro lado, el espectro UV es aquel que se halla entre el color violeta y la radiación X, siendo las longitudes de onda UV más cortas que la del color violeta, pero más anchas (y menos energéticas) que la de los rayos X. Dicho esto también es pertinente mencionar que el espectro UV se subdivide en varios sectores, cada uno con una frecuencia (y una energía) asociada. Los sectores del espectro UV que nos interesan biológicamente son los que se encuentran entre la luz violeta y el UV lejano (UVA, UVB y UVC), pues la UVB es requerida por los humanos para la biosíntesis de vitamina D (que regula calcio y fósforo en la sangre, y también su fijación en huesos y dientes, entre otras funciones). Es debido mayormente a esta radiación, y a nuestra incapacidad particular de sintetizar esta vitamina en cantidades adecuadas en un medio oscuro, que las diferentes etnias humanas poseemos diversas pigmentaciones en nuestra piel, pelo e iris. Sin embargo, esta misma radiación (la UVB) puede dimerizar las timinas contiguas de nuestro genoma en forma aleatoria, activando de vez en vez un prooncogen, o afectando la actividad de genes reguladores de las funciones celulares, provocando desórdenes que pueden desencadenar en la aparición de melanoma y otras formas agresivas de cáncer.

La radiación UVA no nos casua mayores contratiempos (salvo calentar la atmósfera, pero hasta los IR lo hacen), y la UVC es absorbida en su mayor parte por el ozono estratosférico (ozonósfera). La UVB es nuestro mayor problema en la Tierra, y en el último tiempo los niveles de esta radiación han ido en aumento debido al debilitamiento de la ozonósfera. Cabe destacar además que las especies más afectadas por el bombardeo contínuo de UV son las que se hallan en los polos (donde la ozonósfera es naturalmente más débil, y donde además existen días soleados que se extienden durante seis meses seguidos). Por eso algunas especies vegetales han desarrollado distintas estrategias para evitar la aparición de mutaciones peligrosas en sus linajes. Una de ellas es la poliploidia (tener repetidas varias veces el juego cromosómico, o lo que es lo mismo, tener copias de seguridad de cada uno de sus genes), y otra es el uso de pigmentos que absorban o reflejen este espectro. Aquí es donde podemos echar mano para solucionar nuestros problemas.

En el espacio, a bordo de una nave, el UV (tal como la luz visible) no puede atravesar objetos opacos (y en el caso de la UV que llega a la Tierra rara vez el vidrio común). Sin embargo en la Luna o en Marte, donde no existe ozonósfera, estamos expuestos a todos los tipos de radiación UV. ¿Qué hacer? Una solución a largo plazo podría ser la creación de humanos capaces de defenderse naturalmente contra estas radiaciones. Y aquí ya tenemos una idea de cómo. Especies vegetales como el pasto antártico Deschampsia antarctica sintetizan naturalmente pigmentos que le dan resistencia natural a la radiación UV. ¿Algo más cercano que un pasto? Sí, una especie animal que sufre una exposición prolongada a esta radiación, el mamífero Hippopotamus amphibius, ha desarrollado un sudor pigmentado (de color rojo) que lo protege. Científicos de la Tierra, (sí, también de Chile) ya han puesto sus ojos en estas especies para desarrollar fármacos que ayuden a evitar el cáncer de piel. Sin embargo, la farmacia es una solución cortoplacista. Si queremos resistencia UV lo que debemos hacer es pedirle prestado a estos organismos los genes que se encargan de las rutas metabólicas de biosíntesis de estos pigmentos, y copiarlos en el genoma humano. Una vez hecho esto aún quedan otras tareas pendientes.

La resistencia UV de los organismos terrestres es parcial (UVB y tal vez UVC), pero faltan otras radiaciones que no se ven en la Tierra. Luego habría que jugar con la síntesis de otras moléculas que nos dieran resistencia a radiaciones UV lejanas (más energéticas y que seguro visitan a diario las llanuras de la Luna y de Marte). Y aun cuando lo lográramos, llevar esa síntesis a formato genético es ciencia ficción.

Finalmente, ya si logramos como si no pegarnos genes que nos den resistencia a las UVs lejanas, nos estamos olvidando de un detalle. Sí, en efecto, si nos volvemos resistentes a la radiación UV (a la UVB) la ausencia de vitamina D se hará notar, y con efectos catastróficos (recordemos que en el espacio la ingravidez provoca la pérdida de la densidad ósea, y sin vitamina D este proceso pudiera verse acelerado). La solución: Pegarnos un gen de biosíntesis de vitamina D alternativo al uso de UVB. Numerosas especies en el planeta viven en total oscuridad durante la mayor parte de sus vidas, y sin embargo poseen esqueletos resistentes y dentaduras saludables. Otras tantas debido a sus densos pelajes no reciben luz sobre sus pieles, entonces ¿cómo lo hacen? La respuesta es sencilla: Sólo los humanos, y quizá un par de especies más, no sintetizamos por nosotros mismos la tan preciada vitamina. Por tanto tenemos un montón de parientes de dónde escoger el gen de su síntesis.

Superados estos obstáculos, la exploración y colonización de otros mundos se nos harán cada vez menos aparatosos. Y menos aparatoso significa menos combustible. Además, como vemos, estas modificaciones que pudieran comenzar implementándose en exploradores espaciales podrían llegar a mejorar aspectos importantes de nuestra vida cotidiana en la Tierra (digámosle adiós a los bloqueadores solares). En las próximas entradas continuaremos comentando algunas otras modificaciones genéticas que nos harán más sencilla la tarea de mirar al cielo sin temer a su hostilidad. Hasta entonces.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Exploración espacial y transhumanismo (I): Glándulas apocrinas.

Hoy por hoy la exploración espacial es un negocio apto sólo para gente tenaz. Los requisitos de selección a la hora de escoger a los que se adentrarán en la órbita terrestre son extremos: Resistencia tanto física como mental son no sólo necesarios, sino que vitales. En el espacio un ser humano sufre pérdida de densidad ósea y de masa muscular, y además se enfrenta a radiaciones que pueden desencadenar desórdenes moleculares serios, que podrían expresarse en cáncer, cataratas y a veces en daño cerebral. Como si no sólo bastaran los peligros de la ingravidez, de la radiación solar y cósmica que traspasan el campo magnético terrestre, y de los riesgos asociados a las caminatas espaciales como son el vacío, el frío abismal y los fragmentos de roca viajando a decenas de miles de kilómetros por hora, también se hallan siempre latentes ciertos peligros ocultos en las mentes humanas. La soledad del espacio, el reducido volumen habitable, la falta de lujos mínimos (la orina se recicla, la higiene es mínima y la comida poco apetitosa), pueden provocar conflictos interpersonales o desencadenar episodios de colapso mental debido al estrés. Además, no debemos olvidar que estas personas están alejadas de sus familiares y amigos durante semanas a meses, debiendo realizar actividades rutinarias exigentes y vitales constantemente (tales como ejercicio y comprobación de sistemas de apoyo vital). En resumen, vivir en el espacio no sólo es intensamente aburrido, estresante y agotador sino que peligroso. ¿Qué soluciones le daremos a estas problemáticas si deseamos salir de la órbita de la Tierra y explorar tripuladamente lo que está más allá de la Luna?

En el espacio interplanetario no hay campos magnéticos que nos protejan de las radiaciones letales del cosmos. En Marte la radiación ultravioleta proveniente del Sol puede resultar en quemaduras crónicas y cáncer debido a la carencia de una capa de ozono, la presión atmosférica es la centésima parte de la atmósfera terrestre y el frío tiene una media de alrededor de 60ºC bajo cero, eso sin mencionar que no hay oxígeno respirable. ¿Estamos preparados biológicamente para habitar en escenarios similares? Sin apoyo tecnológico la respuesta es un definitivo NO, mas, incluso con apoyo de la tecnología electromecánica y química a la que estamos acostumbrados las cosas no se nos harán sencillas: Lo más simple, recomendable y preventivo a la hora de exponer menos las vidas de los futuros exploradores y colonos es la modificación biológica.

¿Qué tipo de modificaciones biológicas serían útiles a futuros exploradores y colonos marcianos? Una modificación muy sencilla y que pareciera ser totalmente insignificante o modesta podría hacer la diferencia entre un viaje de seis meses insoportable y uno un poco más desahogado: La supresión de las glándulas apocrinas.

Las glándulas apocrinas son un tipo de glándula sudorípara cuya única función es liberar olores y feromonas que en teoría debieran ser atractivos sexualmente. Estas glándulas en los humanos se conectan al folículo piloso de zonas velludas como ingle y axilas y, en comparación a otros mamíferos, se presentan muy reducidas en número, dejando en claro que es una característica vestigial de la evolución mamífera que la evolución humana ha ido descartando. Haciendo la comparación, los humanos del África central son los más antiguos y diversos de los grupos humanos, y poseen una mayor proporción de glándulas apocrinas por superficie de piel en relación a grupos humanos más recientes, como los del Asia oriental: O sea, si dejáramos pasar un buen periodo de tiempo estas glándulas acabarían por desaparecer, como las muelas del juicio.

Si bien estas glándulas podrían efectivamente desempeñar un papel útil en el atractivo sexual ancestral, al día de hoy son totalmente desdeñables. Para colmo, cuando las sustancias que liberan pasan a formar parte del metabolismo bacteriano (por ejemplo, por falta de higiene), los productos que las bacterias liberan son de olores desagradables. En nuestra cultura las mujeres se depilan las axilas, y hombres y mujeres usamos desodorantes y antitranspirantes para evitar sus efectos: En otras palabras estas glándulas nos hacen gastar tiempo y dinero, y son una molestia.

Y, en un viaje a Marte, seguirían siendo una molestia. Hoy en día los astronautas deben soportar los olores de sus compañeros para evitar un derroche de agua que no poseen (pues, como mencionaba, el agua en el espacio se recicla, incluida el agua presente en la orina, y esto es un proceso caro). Los viajes a Marte duran como mínimo seis meses. Seis meses con un mínimo de higiene, y con tripulación mixta, serían horrendos para aquellos osados exploradores. Si los mismos lograran suprimir la actividad de sus glándulas apocrinas, o aun más, si lográramos evitar que se formaran durante la diferenciación de tejidos embrionaria y fetal, los viajes en el espacio tendrían un problema menos: Los malos olores.

Esta aplicación no sólo sería útil a los exploradores espaciales, sino que a todos. A nadie le gusta sudar y oler mal, y a nadie le gusta oler el sudor maloliente de otro. Por lo demás, es una característica que va en retroceso, y no estaríamos desviando nuestra la evolución, sino que acelerándola. El transhumanismo puede tener aspiraciones modestas y concretas que sin embargo pueden mejorar la calidad de vida de formas interesantes. Pequeñas modificaciones hacen grandes cosas. En las próximas entradas intentaré exponer mis ideas sobre modificaciones más ambiciosas con efectos mucho más radicales.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Parábola del futuro.

Este es un texto (cortísimo) de mi autoría, que pretende hacernos reflexionar sobre el uso libre de las tecnologías de manipulación genética (sobre todo para cambiar la tiranía del gen sobre la mente humana), y que adopta un estilo que pretende imitar (ya bien o mal, realmente da igual) el formato de los viejos textos religiosos:

Cierto día correspondiente a una luna nueva de un año lluvioso de un siglo postmilenario, un hombre, de cuya edad era difícil estar seguro, bajó por los senderos de olivos a paso calmo y constante, y se reunió en una plaza donde pacían animales y se comerciaban especias. De improviso, la multitud de personas que regateaban, intercambiaban noticias y parloteaban sin descanso se voltearon para ver al hombre que llevaba un cinturón dorado en el cinto, y atado a éste un tubo de oricalco, el material de los atlantes, de donde surgía un ruido inaudible que los sometía y lastimaba sin que siquiera lo notaran realmente. Las gentes comenzaron a exaltarse, se sentían angustiadas y pasadas a llevar, mas no sabían realmente el porqué, y entonces el hombre clamó a viva voz:

—Vosotros, gente de bien, estáis igualmente sometidos por algo que no conocéis, que os fustiga y que os impide ser realmente libres.

—¿Quién eres tú para decirnos que no somos libres? —preguntó uno de los presenciantes, angustiado.

—Yo soy uno de vosotros, pero que ya es libre.

—Me siento angustiado. Algo me presiona las sienes y el pecho y no sé qué es. Haz algo o te echaremos pronto. —Y dicho esto, el artefacto de oricalco dejó de emitir sus molestos infrasonidos, y la gente pareció aliviarse.

—Ya os he librado de vuestro tormento inaudible, mas, ahora que tengo vuestra atención, os contaré una historia. —Y la historia fue contada, como sigue:

»Antes del tiempo del no tiempo, en las épocas de mayor oscuridad y vicio, el mundo dormía bajo el alero de un pesar invisible, inaudible y fustigante, como el que acaba de esclavizaros hasta hace poco, sólo que miles de veces peor. Tal era el miedo y la angustia que provocaba, que se generaban inmensas batallas, se quemaban a personas vivas en grandes hogueras, se partían a la mitad mientras aún podía oírseles pedir clemencia, se les encerraba en cámaras venenosas y se las acusaba de los males que asolaban a la Tierra. Hasta que un día, ciertas gentes de bien comenzaron a rebelarse contra este mal invisible. Construyeron aparatos que lo hacían accesible al ojo y a la mano, y comprendieron su origen, su causa y su conducta, y así pudieron encerrarlo.

»Lo podéis llamar genio, dios, demonio, o como deseéis. La gente que se rebeló contra este mal lo llamó Yenomá, y es el poder divino que nos convierte en miserables, alegres, buenos o malos. Así fue como algunos intrépidos lograron vencerlo y domesticarlo. Y así es como, una vez que cada uno decide cómo criar al suyo, este poder divino domesticado deja de ser peligroso, y nos hace libres. Por eso debéis estar agradecidos, porque sois realmente libres si realmente sabéis manipular a vuestro Yenomá interior.

Terminado el discurso, y ya sin el pesar tormentoso del infrasonido, la gente reflexionó, y se sintió agradecida de poder ser dueña de su Yenomá, y no su esclava como en los tiempos ancestrales, donde este genio, demonio o dios, era invisible e inaccesible, y determinaba con mano de titiritero las acciones de sus marionetas humanas, causándoles dolor, agonía y muerte.

Esperando que no les haya desagradado, sino que les inspire a domesticar a su Yenomá, saluda cordialmente, a todos los cibernautas transhumanistas, el blogger Rodrigo Leyton R.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

lunes, 5 de octubre de 2009

Presentación del blog.

Saludos a todos los transhumanistas de habla hispana. Este blog ha sido creado con el fin de promover la comunicación y la formación de redes entre transhumanistas hispanoparlantes, y en específico va dirigido a aquellos que se sientan identificados con el movimiento y que inhabiten en territorio jurisdiccional chileno. También tiene un fin de difusión, pues muchos de los cibernautas que llegarán al blog tal vez no sepan de qué va el transhumanismo.

En el caso particular de Chile no existen grupos organizados de transhumanistas, sino que meros adherentes particulares que desarrollan sus ideas y aportes de manera separada. Útil sería poder forjar algún tipo de grupo cohesionado para que el transhumanismo tenga representantes con peso en Chile y en otros países de habla hispana que no poseen representación organizada.

También este espacio se presta para presentar diversos enfoques particulares de los bloggers que deseen participar, tal como textos de carácter literario, ensayos cortos, aspectos legales relacionados al uso de tecnologías en Chile y Latinoamérica, etc. Todos los aportes serán bienvenidos.

Sin otra motivación, saludan los bloggers Rodrigo Leyton y Francisco Arriaza.